Siempre quise pintar un ala, pero nunca creí que era el momento. Y ese momento llegó, estaba preparada. Con esa primera ala conseguí abrir mi mundo interior, ese que tenía reprimido, que no me atrevía a enseñar, mis miedos, anhelos, sueños, luchas, victorias. Ellas se han convertido en mi yo exterior, ellas me ayudan a explicarme, a mostrarme tal y como soy. Ahora son ellas las que me dejan jugar con sus colores y texturas, y evolucionar en cada una. Diferentes, ninguna es igual, no pueden serlo.
Cuando las creo parto de la madera, la acaricio, la preparo, y empiezo a esculpir mis alas, ellas sobresalen del lienzo de madera, preparadas para volar…
“Quería un ala para volar,
Para gritar sin miedo al viento,
Para soñar sin miedo al tiempo,
Para tenerte sin miedo a perderte,
Para ayudar sin miedo a renunciar,
Pero tenía esa ala,
Y no lo sabía,
Sólo me hacía notarla,
Desplegarla…
Un ala ya la tenía,
La otra está creciendo,
Poco a poco,
La estoy sintiendo”