Descripción
Siempre me ha intrigado lo que esconden los tatuajes. Pueden celebrar besos de la vida, pero a menudo reflejan heridas del camino o, porqué no, ambas cosas a la vez. Dejar la estela de los acontecimientos importantes escrita en nuestra piel, para que no sea borrada por la marea de nuestra la frágil memoria, es una forma más de ayudar a sanar y cicatrizar las heridas ¿no creéis?
De eso trata el arte Kintsugi, de reparar las fracturas de la cerámica con resina de oro, transformándola en algo bello y único.
Las heridas nos cambian, las cicatrices nos acompañan.